Estamos en la era de cristal. Si, de cristal, la era en la que cualquiera se siente tan frágil que se
da por ofendide por la más mínima circunstancia y de repente se rompe, se fractura en
pedacitos para que el resto vengan a pegarlo. En los años 30s del siglo pasado surgió una
generación llamada generación de hierro, porque sufrieron, porque lucharon, porque se
esforzaron por lograr sus objetivos, por salir de la pobreza por no decir de la miseria, ahí sí que
estaba dividida la sociedad, por razas, por colores, por edades, por clases sociales, por
inteligentes y no inteligentes; después en los 70s apareció una nueva generación ya no tan
guerrera pero aún con sueños, con metas, con visión a largo plazo; pero ahora, las últimas
generaciones ya ni el concepto de visión conocen, tienen el mundo en sus manos y no se han
dado cuenta, ¿ pero qué está pasando ?, les duele vivir, les duele sentir, les duele soñar, les
duele despertar.

Estamos en medio de una revolución emocional, en la que muchas personas ya no saben
qué hacer, no saben vivir, no saben para que están aquí, que bueno, ciertamente y siendo
sinceros creo que en realidad nadie sabemos la razón exacta para la que vinimos a este
mundo terreno, pero si ya estamos aquí y tenemos la oportunidad de hacer algo, pues
hagámoslo, sin miedo, sin esperar aplausos ni admiración, sin buscar la aceptación de quien
sabe cuánta gente que ni conoces, ni sabes quienes son en realidad, en las redes sociales
todos ponemos la mejor cara, la mejor sonrisa, el mejor vocabulario, y por dentro, claro, la
frustración, los traumas, el pasado, el disgusto por no ser como el otro, y así se va armando la
cadena, indiferencia más indiferencia más indiferencia más indiferencia, ¿ y cual es el resultado
final ? indiferencia.

Según estudios de universidades y psicólogos esta situación de cristal pertenece a los que
actualmente tienen entre 16 y 23 años, pero según mi experiencia, esto se contagia sin límite
de edad, ya lo dice el dicho y conocido refrán “ dime con quien andas y te diré quien eres “,
andas con gente de cristal pues te transformas en cristal, andas con gente de hierro te vuelves
hierro, así de fácil.

Hoy les quiero invitar a reflexionar sobre este virus, el virus de la fragilidad, esta pandemia que
a muchos está trastornando, y lo veo en familias, en la calle, en la oficina, en el taller, en el bar,
en cualquier lugar. Pensemos por unos minutos todo lo que podríamos hacer y lograr con ese
tiempo que dedicamos a precisamente perder el tiempo, valga la redundancia, podríamos
hacer tantos y tantos sueños realidad, lograr metas imposibles, cumplir con las expectativas
de nosotros mismos y no las de otros.

Quizá la vida es de cristal, porque somos seres frágiles, sensibles, pero también somos
valientes y tenemos el poder de crear la fortaleza suficiente para transformarnos en todo eso
que queremos, no es necesario compararnos y deprimirnos por no ser como El o como Ella,
¿ te has preguntado si a quienes ves como ejemplo a seguir son realmente felices ? ¿ si viven
en plenitud total como aparentan ?, estoy seguro que algunos somos mil veces más felices
que aquellos que posan con su mejor sonrisa, o con el mejor cuerpo o el mejor coche o la
mejor marca de ropa. Pensemos en vivir lo que nos corresponde y en lugar de quejarnos y
quejarnos busquemos la parte positiva, lo bello de la vida, la simpleza, porque cada mañana al
despertar todes tenemos el poder de ser alguien nuevo, de dejar atrás el viejo yo para empezar
el próximo capítulo, como una serie, así es la vida, si el capítulo no te gustó, toma el control,
dale click, ponle stop, adelántale o apágale y reinicia.